Hoy hace diez días que falleció en La Habana Eusebio Leal Spengler, quien fuera Historiador de la Ciudad por espacio de más de 40 años.

La publicación de esta nota en la web de CPETC ARQUITECTOS no ha sido rápida; pero no es su objetivo dar a conocer la noticia (que ha circulado ampliamente y suscitado muchos comentarios y notas de elogio en estos días pasados) ni pretende aportar nada sobre la figura del historiador que no se sepa. Es solo testimonial y de homenaje.

Mi conocimiento de su persona fue (al igual, pienso, que para muchos de mi generación) a través del programa de televisión Andar La Habana, que desde los años 80 se mantuvo en el aire por 20 años y alcanzó cotas muy altas de popularidad en la isla, llegando a un amplio espectro de gentes.

En los años en que trabajábamos en Patrimonio, nuestro equipo no tenía relación institucional directa con la Oficina del Historiador, y en los mundos en que nos movíamos, como estudiantes primero y trabajadores después, no fuimos ajenos a críticas que existían con respecto a algunas de las actuaciones promovidas por la Oficina del Historiador. Pero eso tiene escasa o nula relevancia comparado con el legado dejado gracias a su vocación al servicio de la ciudad. Es indiscutible que Eusebio Leal logró más que la mayoría, llegó a más gente que la mayoría (que no es parte desdeñable en lo que concierne a la preservación y salvaguarda del Patrimonio Cultural) y su pasión por la ciudad a la que dedicó su vida no tenía parangón y eso trasciende.

Todos los que trabajamos en el ámbito del Patrimonio Cultural tenemos que agradecer su dedicación, en las realizaciones materiales y en la extraordinaria labor comunicativa y de sensibilización de la población para con su historia y su patrimonio. En etapas en que algunos tenían la tentación de pensar que la historia de la nación había comenzado no más ayer, Eusebio Leal sabía llevar el interés y la mirada hacia el pasado, conectar con la historia desde sus orígenes, esencial para entender cada uno quienes somos.

Creo la suya es de esas personalidades que calan, dejan huella, contagian para bien. Por tanto, ante eso, me inclino a callar cualquier otro pensamiento y desearle descanse en la Paz Eterna.  

Madrid, 10 de agosto de 2020.