A la izquierda The Gherkin (El Pepinillo) en Londres, a la derecha la torre Hearst de Norman Foster en Nueva York.
A la izquierda The Gherkin (El Pepinillo) en Londres, a la derecha la torre Hearst de Norman Foster en Nueva York.

“Hoy, los arquitectos europeos trabajan regularmente en los Estados Unidos, y los arquitectos americanos trabajan en Europa, y todo el mundo trabaja en Asia. Esta globalización de la arquitectura debiera parecernos algo bueno y es obviamente bueno para muchos arquitectos. […]  La arquitectura sin embargo es un arte social más que un arte personal, una reflexión de la sociedad y de sus valores más que un medio para la expresión individual. Por lo tanto es un un problema cuando la tendencia que prevalece es la de franquiciar especialmente a los arquitectos trotamundos: Renzo, Rem, Zaha y Frank. Es emocionante atraer a arquitectos potentes del exterior. […] Pero a la larga es más prudente fomentar el talento local, en lugar de arquitectos estrella (starchitects), arquitectos locales (locatects).»

En una pieza fascinante para la T MagazineWitold Rybczynski reflexiona sobre las limitaciones de la arquitectura globalizada y aboga por lo que él denomina «locatecture” (arquitectura local) que tiene una «verdadera sensibilidad sobre el lugar». Lea el artículo original (en inglés) en T Magazine.